En los últimos veinte años ha surgido lo que se ha dado en llamar la ciudad postmoderna”, lo que nosotros denominaremos ciudad del espectáculo”. El capitalismo tardío ha modificado, una vez más, el significado y puesto de la ciudad, pasando del predominio de lo productivo, en tanto que centros industriales y financieros, a la prioridad del ocio y el sector terciario. La ciudad del espectáculo se yergue como mercancía en competición con el resto de ciudades y productos. Ya no es el espacio de interacción entre los ciudadanos, dispuesta para su uso, ni tan siquiera el antiguo refugio; ahora aparece como piedra preciosa surgida por sí misma de las entrañas de la naturaleza para ser admirada. Ya no es la ciudad de los ciudadanos sino de los consumidores, de los turistas. Garikoitz Gamarra, Bifurcaciones (revista de estudios culturales urbanos)
Desde esta perspectiva, podemos asumir la ciudad contemporánea como una gran escenario en el que se empezado a sobreponer el placer sobre la racionalidad del funcionar pasado. Las relaciones espaciales están dadas sobre los fundamentos del espectáculo, en los que las superficies que construían el carácter fragmentado de su configuración son espacios contiguos y de representación urbana que pretenden ser parte de la globalidad de la contemporaneidad.
Las nuevas edificaciones al igual que muchos de los espacios que están en constante reproducción dentro de nuestra ciudad son el resultado de la arquitectura como imagen que muchas ciudades en el mundo han adoptado, desde la cual se aborda el tema urbano a través de las fachadas y desde el espacio “publico”, no como espacio para la interacción y construcción ciudadana sino más bien como un espacio para la contemplación y la admiración.
Pero, como podemos relacionar todo lo anterior con nuestro tarjet de ciudad abierta a través de la construcción social del espacio urbano desde la pluralidad?
La respuesta no es tan evidente; el analizar una zona como la que hemos venido tratando en bogota (eje de la cr. 15 y sus islas adyacentes) desde lo puramente espacial nos muestra evidentemente la diversidad de las configuraciones urbanas dadas desde la función y sus implicaciones en la conformación y disposición en el espacio. Pero, que pasa cuando además ponemos el filtro del contexto en cual se desarrollan las ciudades en el mundo contemporáneo…veamos como el surgimiento de las islas o limites dentro de la ciudades esta directamente relacionado con el concepto ciudad- imagen, pues solamente el pensar la arquitectura como un performace en la obra teatral urbana en la que los actores esta sujetos a constantes castings para acceder al espectáculo espacial, pone en un segundo plano la interacción desde la pluralidad. Los ciudadanos-espectadores en lo que nos hemos convertido, nos desvincula aún mas y nos quita el papel protagónico en los espacios de nuestras ciudades; “La vida cotidiana, por otro lado, se sigue rigiendo por el aislamiento, el silencio y el trabajo disciplinario de la ciudad de la vigilancia, en un contexto de aglomeración, ruido y ocio hedonista”
Pero que pasa cuando en medio de esta representación del caos ideológico contemporáneo y su virtualidad en el espacio, se descubren lugares dentro de la ciudad que mutan en si mismo en el transcurso del día por la actuación desde la realidad de sus actores urbanos?
Que pasa cuando un lugar, cuando una superficie por el simple hecho de su ubicación privilegiada y sus relaciones espaciales, se convierte en el escenario de unas actuaciones casi simultaneas de los distintos productos culturales que una ciudad como la nuestra puede alberga?
Hemos encrontado en nuestro recorrido por el eje de la 15, una oportunidad de intervención en el espacio frente al carulla de la 85; no desde su problemática sino desde lo urbano como un territorio socio-cultural contemporáneo con las dinámicas y complejidades propias de la diversidad, pero desde habitar real de los espacios urbanos.
Bibliografía:
Giandomenico Amendola, La ciudad postmoderna.Foucault Vigilar y Castigar
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